one dark night I left my silent house...
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EN UNA NOCHE OSCURA SALI DE MI CASA SOSEGADA
Peter Handke
Trad. de Eustaquio Barjau Riu
Alianza, Madrid, 2000
191 pags., 1.950 ptas.
arece claro que la novelistica de Peter Handke (Griffen, Austria, 1942) se dirige hacia algun lugar concreto, pero cada vez parece mas dificil saber adonde. Y no sera porque sus cartas no hayan estado suficiente tiempo a la vista: sus pretensiones esteticas y morales son una vez mas muy similares a las de casi toda su obra anterior, pero aqui el argumento queda practicamente aniquilado y solo la intuicion de ciertas apreciaciones sobre la naturaleza o los hombres sostiene el entramado.
Un farmaceutico aficionado a la epica medieval y las setas parte de su casa hacia no se sabe donde, acompanado azarosamente por un poeta y un esquiador y perseguido por una mujer, =la vencedora=, que le golpea cada vez que da con el. Poco mas que esto ocurre en la novela, y habria que ver si ni siquiera esto sucede, pues una vez mas la historia del protagonista nos es contada por persona interpuesta, quien no sabe de lo que dice mas que lo que le ha contado, medio alucinado y medio anacoreta, el propio farmaceutico de Taxham.
Asi, y con su habitual tendencia a una inefabilidad que aqui repite y en cierta medida renueva, con su constante querencia por la dificultad y con la novedosa introduccion de un elemento que no se si es emotivo o magico esa mujer que persigue y golpea, Handke da un paso mas en el proceso de desvelo de un camino que, como decia, cuesta saber adonde lleva: a la lirica aniquilacion de la novela? a la fabula como unica forma de representacion de un sentido oculto? al mero equilibrio entre lo intempestivo y lo comprensible? En cualquier caso, En una noche oscura... (aparecida originariamente en 1997) repite formas e intuiciones morales, pero apuesta quiza por vez primera por la desintegracion del argumento como forma de enfatizar el sentido. Y lo consigue, porque la evanescencia de la trama queda compensada por la suma de rastros, de vestigios de un significado que apenas se entreve pero se adivina. Tal vez por todo ello se pueda dudar razonablemente acerca de su lugar de destino, pero dificilmente del valor de su empresa.
Ramon Gonzalez Ferriz
La Espana irreal de Peter Handke
Polemico por sus posiciones politicas, amado y odiado por los criticos, el autor Peter Handke lanzo ayer su nueva novela, que desarrolla su accion en una Espana irreal.
Viena, (EFE).- El austriaco Peter Handke, uno de los autores en aleman mas conocidos internacionalmente, publico ayer su nueva novela que en esta ocasion trata de un viaje al centro del tiempo que se desarrolla en una Espana irreal.
La obra del polemico escritor, editada por Suhrkamp, se titula =Der Bildverlust oder Durch die Sierra de Gredos (literalmente =La perdida de imagen o por la Sierra de Gredos=).
Handke, que vive en la localidad del extrarradio parisino de Chaville, escribio una novela que gira en torno del trayecto que emprende una mujer misteriosa, que tras ser estrella del celuloide se convierte en una magnate financiera destacada de una =ciudad fluvial del noroeste=. La protagonista pide a un escritor que escriba sus memorias y este intentara que incluyan, ademas de las historias superficiales de prensa rosa sobre la mujer, la manera como afronta su fracaso.
La mujer, una banquera, se siente menos atraia por el mundo de las altas finanzas que por el de la =vida facil= y se embarcara en un viaje aventurero por un paisaje montanoso de dificil recorrido, en una Espana irreal, que mas se parece a uno balcanico, y que realizara en autobuses desvencijados y a pie. En ese recorrido encuentra enclaves de refugiados o de gente segregada en los que se ensayan curiosos modelos de vida y sociedad.
La protagonista permanece inaccesible, asi como quedan sin aclarar ciertos secretos de su vida, como que tenga un hermano que haya concluido una condena de prision por terrorismo y una hija perdida.
Las 759 paginas del libro ofrecen mas escenas de visualizacion cinematografica que sus anteriores obras, opinan los criticos. Por el contrario, esta novela es igual de trabajosa de leer y tan poco relajante como las anteriores y, como ellas, contiene numerosas preguntas retoricas y expresiones creadas por el autor con las que queda subrayada su actitud de =yo soy el diferente=, afirman los expertos, que encuentran en ella tambien el atavismo y anacronismo propios de la obra literaria de Handke.
El mensaje de la novela es que la sociedad esta enferma por carecer de sentido y que la automatizacion de la vida hace que sufra de =perdida de imagen=, es decir, de incapacidad de tener una imagen de si misma, de vivir experiencias y de valorarlas, algo que es sustituido por las imagenes que crean los medios de comunicacion, que son aceptados sin resistencia.
Handke estuvo en los ultimos anos en el ojo del huracan mas por sus opiniones politicas que por su labor literaria desde que en 1996 protagonizo un escandalo internacional por su libro =Viaje de invierno a los rios Danubio, Sava, Morava y Drina o justicia para Serbia= en el que atacaba la obsesion antiserbia que el atribuye a parte de la prensa. Ese escandalo gano fuerza cuando en abril de 1999 envio una carta al diario =Politika= de Belgrado en el que atacaba a la prensa y a los =grandes pequenos escritores=, desde Gabriel Garcia Marquez hasta el subcomandante Marcos, por su silencio ante los sucesos de Kosovo.
Handke es critico, traductor, dramaturgo y guionista de filmes de Wim Wenders como =Las alas del deseo=. Siempre ha sido un trotamundos que recorrio, con el cuaderno de notas en la mano, Espana, Japon, Estados Unidos, o la Eslovenia de sus antepasados, lo que explicaria su nostalgia de la ex Yugoslavia, cerca de cuya frontera, en la austriaca Carintia nacio en 1942.
Espana es tambien el escenario en el que Handke situo la obra teatral =Zuruestungen fuer die Unsterblichkeit= (literalmente =Aprestos para la inmortalidad=), un drama real de tema faustico.
La accion de esta pieza teatral se desarrolla en el enclave espanol de Llivia, en los Pirineos, y es una diatriba contra la estrechez de miras de ese hipotetico enclave, que podria estar en otro lugar del mundo.
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EN UNA NOCHE OSCURA SALI DE MI CASA SOSEGADA
Peter Handke
Trad. de Eustaquio Barjau Riu
Alianza, Madrid, 2000
191 pags., 1.950 ptas.
Parece claro que la novelistica de Peter Handke (Griffen, Austria, 1942) se dirige hacia algun lugar concreto, pero cada vez parece mas dificil saber adonde. Y no sera porque sus cartas no hayan estado suficiente tiempo a la vista: sus pretensiones esteticas y morales son una vez mas muy similares a las de casi toda su obra anterior, pero aqui el argumento queda practicamente aniquilado y solo la intuicion de ciertas apreciaciones sobre la naturaleza o los hombres sostiene el entramado.
Un farmaceutico aficionado a la epica medieval y las setas parte de su casa hacia no se sabe donde, acompanado azarosamente por un poeta y un esquiador y perseguido por una mujer, =la vencedora=, que le golpea cada vez que da con el. Poco mas que esto ocurre en la novela, y habria que ver si ni siquiera esto sucede, pues una vez mas la historia del protagonista nos es contada por persona interpuesta, quien no sabe de lo que dice mas que lo que le ha contado, medio alucinado y medio anacoreta, el propio farmaceutico de Taxham.
Asi, y con su habitual tendencia a una inefabilidad que aqui repite y en cierta medida renueva, con su constante querencia por la dificultad y con la novedosa introduccion de un elemento que no se si es emotivo o magico esa mujer que persigue y golpea, Handke da un paso mas en el proceso de desvelo de un camino que, como decia, cuesta saber adonde lleva: a la lirica aniquilacion de la novela? a la fabula como unica forma de representacion de un sentido oculto? al mero equilibrio entre lo intempestivo y lo comprensible? En cualquier caso, En una noche oscura... (aparecida originariamente en 1997) repite formas e intuiciones morales, pero apuesta quiza por vez primera por la desintegracion del argumento como forma de enfatizar el sentido. Y lo consigue, porque la evanescencia de la trama queda compensada por la suma de rastros, de vestigios de un significado que apenas se entreve pero se adivina. Tal vez por todo ello se pueda dudar razonablemente acerca de su lugar de destino, pero dificilmente del valor de su empresa.Ramon Gonzalez Ferriz
Peter Handke
PAR UNE NUIT OBSCURE JE SORTIS DE MA MAISON TRANQUILLE
Trad. de l+allemand par G.-A. Goldschmidt
Gallimard, Paris, 2000
194 p. ; 24,95 $
Dans sa version francaise, le dernier roman de Peter Handke comble difficilement les attentes qu+il cree. Que ce soit une question de traduction (G.-A. Goldschmidt a pourtant traduit la majorite des romans de l+auteur) ou bien l+ecart entre le projet et sa realisation, il reste que l+epopee existentielle annoncee par Handke nous laisse un peu de marbre.
L+histoire du pharmacien de Taxham possede pourtant des charmes bien ‚ elle. Par le relais d+un narrateur ‚ qui l+homme a raconte ses excursions dans les forets puis aux frontieres de la folie, nous assistons ici au recit d+une initiation onirique ou les notions de temps et d+espace, d+identite et de realite sont completement destabilisees, faisant corps avec l+indefectible euro-nevrose de l+ecrivain. Taxham, agglomeration d+Autriche ou se melangent la campagne et la ville, est en fait une porte ouverte sur l+espace imaginaire. Lors des vacances de sa femme, avec qui il entretient une relation platonique depuis plusieurs annees, le pharmacien mycologue derape subitement apres un hypothetique coup sur la tete, qui pourrait tout aussi bien etre le contrecoup d+une operation recente. Des lors, les evenements s+enchaneront selon une causalite mysterieuse, reliee de facon souterraine au roman medieval qu+il etait en train de lire. En compagnie d+un poete et d+un ex-champion olympique, le pharmacien circulera dans une Europe prenant les dimensions de la Terre. Les villes rencontrees le long d+une autoroute en boucles seront donc autant australiennes ou americaines qu+europeennes, et c+est une ambiance de festival et d+apocalypse meles qui y regnera.
Deux fois moins long que le precedent, Mon annee dans la baie de personne, ce dernier roman parat cependant plus laborieux, malgre son elan vers la poesie. Le pietinement narratif qui constituait en soi une intrigue redevient cette fois presque un defaut, et l+equilibre entre emotion et raison est moindre. Le theme des champignons, fascinant dans Mon annee, est ici moins fertile, plus pres du pretexte.
Fable obscure ‚ propos d+une culture bouillonnant au bord de son propre vide, cette uvre agit davantage apres sa lecture, alors qu+on se demande toujours quelle peut etre la verite entenebree qu+elle tentait d+agripper. Ce qui correspond un peu ‚ l+etat final du narrateur : Et apres un long moment d+arret sur soi-meme une derniere recette : + N+ecrivez que des histoires d+amour et d+aventures, rien d+autre ! + Quelqu+un s+en allait. Le silence se fit dans la maison. Mais il manquait encore quelque chose : je n+ai pas entendu se refermer la porte
Thierry Bissonnette
December 17, 2000Designated Driver In Peter Handkes modern-day questing tale, a pharmacist takes up with a pair of drifters. Related Linksae Richard Bernstein Reviews On a Dark Night I Left My Silent House (Nov. 29, 2000) First Chapter: On a Dark Night I Left My Silent House By KAI MARISTEDits possible to argue that there are two kinds of novelists: one theme-driven, the other a writers writer -- passionate about method. The Austrian-born novelist, essayist and playwright Peter Handke is generally counted among the latter, a fierce purifier of language. Indeed, on the evidence of his new novel, On a Dark Night I Left My Silent House, which has been deftly translated from the German by Krishna Winston, Handkes power of observation and his seemingly casual tone, in which every word bears indispensable weight, are as mesmerizing as ever. On a Dark Night I Left My Silent House is a modern-day questing tale in which the grail is never defined or seen, but rather, as the journey unfolds, intuited by both the reader and the hero. The protagonist, an unnamed middle-aged pharmacist remarkable for his keen and greedy sense of smell and a (typically Austrian) passion for wild mushrooms, has banished his son in a fit of rage; he lives with his estranged wife, although he also has a mistress. He is apparently happy to go through the motions of daily life in his village, Taxham, a featureless drive-by suburb of Salzburg that despite (or because of) its magnified dullness manages to hook the readers curiosity. Unlike the old villages in Salzburgs orbit, Taxham, founded after the war, never became a tourist attraction. There was no cozy inn, nothing to see -- not even anything off-putting. It is hard to find your way in, and even harder, whether on foot or by car, to get out again. Almost all the routes that promise to lead you out then turn off and take you around the block or wend their way back past cottage gardens to your starting point. Or they simply dead-end at yet another impenetrable hedge, through which open land and whatever leads elsewhere can just barely be glimpsed, even if the street is named after Magellan or Porsche. When do the pharmacist and his wife, who remains silent in her half of the house, share a moment of communion? Handke lets them supply their own elliptical answers: When were in our own rooms at night and see through the window the emergency flare flashing up in the mountains over on the other side of the border. -- When in last springs flooding the drowned cow floated down the river. -- At the first snowfall. The pharmacist reads medieval epics in his every spare moment. He eats out in an airport restaurant, swims in the icy Saalach River and enjoys wandering in some nearby woods. It is here, in a blinding downpour after a drought, that the story takes its first bizarre twist: he is ambushed and viciously beaten by strangers. Accustomed to a kind of numbness, he puts up little defense. As he says in a typically paradoxical aside: I felt a curious joy inside me, or was it gratitude, or a kind of elan? Now things were as they should be. The struggle could begin. Bleeding from head wounds, he emerges into a Taxham that is subtly yet pervasively altered -- as is he. On entering a restaurant, the pharmacist finds himself unable to speak: hes been literally struck dumb. He is taken up by a pair of charismatic, down-on-their-luck drifters -- a once famous poet and a former Olympic skiing champion. Jerry Bauer/Farrar, Straus & Giroux Peter Handke It happens to be the start of a holiday, the feast of the Ascension. In the pharmacists car -- from now on he will be known only as the driver -- the three men set out from town. They cross borders, drive through mountain tunnels in the Alps and finally enter a harsh steppe: a fantastic landscape, constantly swept by a nocturnal wind, where roaming bands of thugs drown all civility and the driver learns, among other things, how to fight and how to calm his heart on demand. A Handke tale invites active reading, speculation rather than passive absorption. For all its laconic modernity, On a Dark Night I Left My Silent House suggests a Dantesque purgatory, a painful battle for the souls survival, along with the more romantic template of the knights quest. In my story no one dies, the pharmacist says. Sometimes sad things happen, occasionally almost desperate things. But a death is out of the question. Handke -- whose previous books include the novel The Goalies Anxiety at the Penalty Kick and the unforgettable memoir A Sorrow Beyond Dreams -- makes no bones, and never has, about the permeability of the membrane between his life and his fiction. He has been accused at times of arrogance and narcissism -- his first play was titled Offending the Audience, and he has been a famously sharp critic of postwar German literature. Here he lets the poet set the record straight: Young Narcissus was the soul of devotion and affection, and wished for nothing more than to take the whole world in his arms. But the world . . . recoiled from him, didnt return his loving gaze. . . . And so, as time passed, he had to find an anchor in himself. It is Peter Handkes loving gaze, honed by time and discipline, that shows readers the way out again into the worlds prolific and astonishing strangeness. Kai Maristeds most recent book is Belong to Me, a collection of stories. Return to the Books Home Page
ON A BLUE NOTE THOMAS MCGONIGLE Sunday, September 20, 1998 ; Page X08 MY YEAR IN THE NO-MANS BAY By Peter Handke Translated from the German by Krishna Winston Farrar Straus Giroux. 468 pp. ONCE AGAIN FOR THUCYDIDES By Peter Handke Translated from the German by Tess Lewis New Directions. 90 pp. .95 Peter Handkes literary career has a pleasingly ambitious feel to it, and over the years most of this Austrian writers many books and plays have been well translated and published in America. Early Handke books such as the startling road novel Short Letter, Long Farewell, about a journey from Providence, R.I., to John Fords house in California, and A Sorrow Beyond Words, a meditation on the suicide of his mother, are impossible to forget. He captures the definitely modern feeling that something is wrong -- a something freighted with words like anxiety, tedium, despair. A new note of an acceptance of complex reality has gradually come to the fore in Handkes work (he is also the author of 14 other volumes of poetry, essays, fiction and nonfiction translated into English). My Year in the No-Mans Bay, first published in German in 1994, is a wonderful place to renew an acquaintanceship with him. While labeled a novel, this new book seems in some mysterious way to be autobiographical in the manner of Samuel Beckett and Thomas Bernhard. Gregor Keuschnig, an Austrian lawyer older than Handke but sharing many biographical details with him, has retreated to a nondescript Paris suburb in order to write what turns out to be the book we are reading: And while at bay in this undistinguished place -- it could be any suburb in the world -- the lawyer lives a solitary life, trying to see where exactly he is by following a Pythagorean saying, Every place demands justice. Handkes strength is to make the vague specific without too closely pinning it to a dissectors table. The lawyer tries to make sense of both the isolation and connectedness he feels by calling to mind seven distant friends, including an architect who is traveling in Northern Japan, a priest in the lawyers Austrian village as he goes about his rounds, a singer wandering in Scotland, and the lawyers son on his way through Yugoslavia to Greece. He narrates their various journeys in a startlingly original manner, saying: I could neither have recourse to my experiences, dreams, and facts nor invent action, plot or conflicts. The book, or whatever it would turn out to be, had to be created out of nothing. One among many themes (the book is so richly resonant that it seems unfair to single one out) is the lawyers struggle to recognize his son. To be asked about my son, he writes, by anyone at all, has always put me in a bad mood, out of the clear blue sky; it has immediately destroyed the harmony between me and the other person. It was even worse when I was expected to tell stories about him. But the lawyer insightfully illuminates the difference between his own and his sons generation: Again unlike me and many of my generation, being isolated, alienated, or dislocated did not give him a heightened sense of reality. Coincidentally, Handkes Once Again for Thucydides, which originally appeared a year after the wondrous verbal profusion of My Year in The No-Mans Bay, has also been translated. It is composed of 17 short prose sketches drawn from observations of the natural world as experienced during the authors frequent journeys in the late 1980s. The concision of each short piece is disconcerting yet necessary, for Handkes purpose is to reassert a primary function of the writer: to see. Only one person was left on the pier, he writes. No one else was there to see off any passengers or the material for the island house well on its way. In the sky, blue above the noon emptiness, a seagull hung in the wind, bobbing its head. Below, a flock of sparrows in the recently formed puddle, their number caught at first glance. These were the events on the Dubrov-nik/Dalmatia pier between noon and one oclock on December 5, 1987. Upon finishing My Year in The No-Mans Bay or Once Again for Thucydides, the reader is sure to feel a little more accepting of the world and grateful for the labors of Peter Handke.
Reviewed by Thomas McGonigle, author of The Corpse Dream of N. Petkov and Going to Patchogue. Articles appear as they were originally printed in The Washington Post and may not include subsequent corrections. Return to Search Results
Der Standard vom 25.4.1997 Seite: 9 Ressort: BUECHER Konrad Paul Liessmann Peter Handke In einer dunklen Nacht ging ich aus... Konrad Paul Liessmann Peter Handke In einer dunklen Nacht ging ich aus meinem stillen Haus Roman oeS 350,-/316 Seiten Suhrkamp Frankfurt, 1997 3, Manchmal verdirbt die Aura des Dichters den Blick auf sein Werk. Peter Handke gilt vielen als der Mystagoge der neueren Literatur, als erloesungssuechtiger Beschwoerer und raunender Verkuender, beschaeftigt mit den Zuruestungen fuer die Unsterblichkeit. Ganz abwegig sind diese Deutungen wohl auch nicht. Der neue Roman von Handke allerdings, mit viel medialem Getoese vergangene Woche auf Publikum und Kritik losgelassen, entzieht sich solch raschen Zuordnungen. Liest man das Buch unvoreingenommen, ohne die vielen Handke-Bilder im Kopf, kann man sich glaenzend, wenn auch nicht auf allerhoechstem Niveau, amuesieren. Der Apotheker von Taxham bei Salzburg, geruchsempfindlicher Liebhaber seltener Pilze und mittelalterlicher Heldenepen, bekommt bei einem Spaziergang im Wald einen heftigen Schlag auf den Kopf. Wieder erwacht, hat er zwar seine Sprache verloren, findet aber um so leichter Anschluss an einen ehemals erfolgreichen, mittlerweile herabgekommenen Schirennlaeufer und einen auf andere Weise frueher einmal beruehmt gewesenen Dichter, mit denen er sich, ohne dass Worte gewechselt werden muessen, auf eine Autofahrt nach dem Sueden begibt. Sie uebernachten bei einer fluechtigen Bekannten des Schifahrers, die soeben ihren Mann begraben hat, sich in das Zimmer des Apothekers schleicht und diesen wortlos verpruegelt. Auch im weiteren wird diese Frau, die nicht vergisst, dem Apotheker eine kryptische Botschaft zuzustecken, allgegenwaertig sein. Nach der Durchfahrt von fuenfhundert Tunnels landet das seltsame Trio in einer Stadt namens Santa Fe in einem imaginaeren Spanien, wo der Apotheker seinen von ihm einstens wegen eines Diebstahls verstossenen Sohn als Zigeuner-Musiker wiederfindet, seinen Begleitern durch Furchtlosigkeit das Leben rettet, um dann auf einer Fusswanderung durch die Steppe nach Zaragoza Klarheit ueber sich zu gewinnen. Dort holt ihn die schoene Fremde mit einem Bus ab, bringt ihn zurueck nach Taxham und gibt ihm zu verstehen, dass es fuer sie beide dann doch zu spaet sei. Nach Monaten der Abwesenheit wieder in seiner Wohnung, stuerzt der Apotheker zu dem Buch, das er zuletzt gelesen hat - Ivain oder der Loewenritter - und sucht die Stelle, an der er aufgehoert hatte: Endlich fand er die Stelle. Er las weiter. Auf einmal aber hielt er inne und begann zu zittern. Jetzt zitterte er. Jetzt erst zitterte er. Ungestoerte Ferne Haette Handkes Buch ein Geheimnis, es muesste diese Stelle sein, die den furchtlosen Apotheker zum Zittern bringt. Vielleicht ist es jene Szene, in der Ivain, der Artusritter, des Verrats an seiner Frau bezichtigt wird, nackt in den Wald laeuft und dem Wahnsinn verfaellt. Denn der Apotheker von Taxham lebt laengst getrennt von seiner Frau, wenn auch unter einem Dach, haelt sich eine Geliebte, ist am liebsten allein und seine Lebensmaxime lautet: Verhalte dich so, dass deine gerade abwesenden Angehoerigen guter Dinge irgendwo, ohne dich, immerzu so in der Ferne bleiben koennen, ungestoert! Und war er nicht auch unfaehig, aus der Begegnung mit der Unbekannten etwas zu machen? Das Problem des mittelalterlichen Ivain war ja die Frage gewesen, ob ein Ritter, suechtig nach Abenteuern, darueber seine Frau vernachlaessigen darf. Der Apotheker aber ueberlaesst sich ganz seinem Abenteuer, auch dann, wenn dieses nur Traum, Folge unmaessig verzehrter traumerweiternder Pilze gewesen sein sollte, vielleicht auch ein Wahn. Wenn ein Liebhaber von Ritterromanen aufbricht, um Abenteuer und Liebeshaendel zu erleben, dann handelt es sich entweder um eine Don Quichotterie oder um ein romantisches Sujet. Handke vermengt beides zu einem durchaus vergnueglichen Text. Unuebersehbar die romantischen Motive des Wanderns, der Fahrt, der Ziellosigkeit, der Sehnsucht, auch des Wundersamen; romantisch auch die lyrische Evokation des Namenlosen am Ende des Buches; unuebersehbar die Anspielungen auf eine vergangene Ritter- und Zauberwelt: die Amsel, die dem Apotheker erscheint wie ein ein Ritter auf der Suche nach einem Zweikampf, sein Visier schon zugezogen, der Rabe, der den Weg weist, die geheimnisvolle Frau, die ein Siegertyp ist, und spaetestens, wenn der furchtlose Recke die Steppe durchwandert und im Vorbeilaufen etliche Quersteppeinradfahrer mit dem Stock erschlaegt und damit die Steppe von einer Landplage befreit, ist der Schritt in die Groteske getan. Die Abenteuergeschichte wird aber konterkariert von zeitgeistigen satirischen Seitenhieben und selbstironischen Anspielungen. Schon die Schilderung des trostlosen Ortes Taxham, der, eingezwaengt zwischen Autobahn, Eisenbahn und Flugplatz, die Zukunft moderner Lebensformen auf den Punkt bringt, enthaelt, bei aller Genauigkeit der Beobachtung, seltsam komische Elemente. Und man kann, den Fall Goldberger vor Augen, die aetzende Beschreibung des Niedergangs eines Sportidols nicht lesen, ohne darin die Demaskierung eines oesterreichischen Mythos zu sehen; und man wird im Dichter, der davon traeumt, dass im Radio ein vernichtender Nachruf auf ihn verlesen wird - Zu Recht vergessen! - auch jene Ironie am Werke sehen, die nicht zuletzt den Romantikern eigen war. Dazu gehoert auch Handkes Spiel mit sich selbst. In Mein Jahr in der Niemandsbucht hatte der Schriftsteller Gregor Keuschnig noch mit einem Roman gerungen, der den Titel Der Apotheker von Erdberg tragen sollte; in der Steppe begegnet der Apotheker von Taxham einem taub gewordenen Einsiedler, der sich als Andreas Loser aus Der Chinese des Schmerzes entpuppt; und als der Apotheker die Sprache wiedererlangt und eine Seite lang nur Unsinn redet, faellt auch der Satz: Ein Denkmal dem Hausierer in der Steppe. Der Hausierer aber war einer der fruehesten Romane Handkes gewesen. Natuerlich geht es auch in diesem Roman nicht ohne das grosse Kuenden ab. Aber diesem fehlt dann doch der letzte Ernst, was dem ganzen durchaus gut tut. So etwa beklagt der Dichter in einer grandiosen Suada das Verhaeltnis der Geschlechter. Er beginnt mit einer sublimen Bibel-Paraphrase - Zwischen Frau und Mann ist neuerdings Feindschaft gesetzt - um dann auszurufen: Frueher oder spaeter wird die liebende Frau, so oder so, von dir enttaeuscht sein, und du wirst nicht einmal wissen warum. Sie wird dich, wie sie erklaert, durchschaut haben, ohne dir aber zu sagen, worin sie dich durchschaut hat. Und sie wird dich keinen Moment vergessen lassen, dass du durchschaut bist. Mach, was du willst, du bist und bleibst der Durchschaute. Das ist genau beobachtet, satirisch ueberzogen und doch auch das zentrale Thema des Romans: denn gegenueber der ihm schattenhaft folgenden Frau ist der Apotheker immer schon der Durchschaute, der Ausgelieferte. Nicht ohne Witz ist auch das formale Arrangement des Textes. Der Apotheker erzaehlt seine Geschichte einem Aufschreiber, dessen Fragen er immer wieder abblockt, denn der Aufschreiber darf nicht Herr der Geschichte werden. Was unklar ist, soll durchaus in der Schwebe gelassen werden. Und an einer Stelle, lang bevor die kuriose Abenteuerfahrt beginnt, deutet der Apotheker an, dass es vielleicht ueberhaupt die falsche Geschichte sein koennte, die erzaehlt wird. Fiktion einer Heldin Denn er berichtet seinem Aufschreiber von einer Monatskonferenz der oertlichen Apotheker, an der auch die Apothekerin von Itzling teilgenommen habe, eine schoene Frau, von der es eine Geschichte zu erzaehlen gaebe, mindestens so abenteuerlich und raetselhaft wie die seine, ausserdem sicher erotischer. Und was antwortet der Aufschreiber? Ob er sich denn eine Die Apothekerin von Itzling genannte Frau als Buchheldin vorstellen koenne. Oh ja, moechte da der geneigte Leser ausrufen, dieses Buch koennen wir uns vorstellen, diese Geschichte wollen wir lesen. Aber da hatte der Aufschreiber noch etwas zu dem Apotheker gesagt: Und ueberhaupt moege er erst einmal abwarten. Was bedeutet das? Wird an der Apothekerin von Itzling schon geschrieben? Oder ist dieses Buch gar schon geschrieben worden, und die schoene Unbekannte in Wirklichkeit die Apothekerin von Itzling? Das allerdings waere, man kann es nicht anders sagen, dann doch eine Enttaeuschung. DB Datenbank STA Dokumentennummer: STA19970425191335000163
Exile of the Pharmacist You might not return from Peter Handkes new novel I permitted myself a moment of awed hesitation after reading the final sentence of Peter Handkes new book, ON A DARK NIGHT I LEFT MY SILENT HOUSE (Farrar, Straus and Giroux, ). Then, as if following some urgent instruction, I opened the book and began reading again. You emerge from this mesmerizingly peculiar novel with plenty of uncertainty about what has just been experienced, and with a strong desire to put off returning to familiar shores. The Austrian-born Handke, who has spent more than 30 years chasing the vapor trail of middle-European ennui in his plays, novels, and essays, has outdone himself. On a Dark Night makes a label like original seem quaint. The book is part fable, part existential comedy, part heroic hallucination, and part wartime allegory, and its delivered with the confessional intimacy of a whisper. As starkly as a documentary, Handke introduces us to the village of Taxham, on the outskirts of Salzburg. The setting feels very much like the present, though we are told, At the time when this story takes place, Taxham was almost forgotten. Hemmed in by a river, a railroad embankment, and an airport, and further isolated within a ring of looming hedges, Taxham has about it an aura of the furthest reaches, accessible only by circuitous, inconvenient routes that make it hard to find your way in, and even harder, whether on foot or by car, to get out again. The towns residents are war refugees, expellees, emigrants, but its most mystical figure -- aside from the local soothsayer, who predicts that before summers end a war would break out to the west of T., a three-day war, but with never-ending consequences! -- is an unnamed middle-aged pharmacist. The pharmacist languishes in numb invisibility: No one talked about him, recommended him to others, sang his praises, or made fun of the pharmacist the way they do in the classic comedies. People who ran into him outdoors . . . either ignored him -- quite unintentionally -- or failed to recognize him. The man and his wife share a house without ever occupying the same room at the same time; their son has been kicked out of the house. The man eats his lunches in a concealed grove in the forest; he is endowed with a prodigious, almost troubling sense of smell; and whatever energy he doesnt devote to reading medieval epics he directs toward the study of mushrooms. At first the pharmacists story is told with an insistent clinical reserve, framed as a series of beautifully arid slice-of-life fragments. Its only as you are lulled deeper into Handkes thicket that you come to feel as if you have consumed some transformative mushrooms yourself. Quite unexpectedly, the pharmacist suffers a blow to the head, precisely on the spot where he has recently had a growth removed for biopsy. He loses the ability to speak and eventually finds himself driving through a long tunnel with a once-famous poet and a former champion skier. The three men stop for a night to visit a recently widowed woman, who attacks the pharmacist during his sleep. He becomes fixated on her. Before long the pharmacist, now called the driver, finds a letter sewn into his jacket: You threw your son out in a wrongful fit of anger. As punishment, a mark grew on your forehead, from which you will die. The group proceeds to a religious festival in a town set on a cliff, and here the man catches a glimpse of his son playing the accordion with a band of gypsies. As the narrator points out, At the end of such a journey... you could find that you had no sense of the direction in which youd been traveling.... Indeed, your head might be spinning. Like an errant knight in one of his beloved quest narratives, Handkes pharmacist is compelled to cross dizzying, blighted terrain before returning home. The novels brief descent into phantasmagoria -- imagine Carlos Castaneda adrift in the European Union -- is the only false note in this blazing, one-of-a-kind journey. Handkes tale is seductive enough to restore full-grown adults to that blissful childhood state in which reading is an abandonment to unknown terrors and elations. Be prepared: Not asking questions, as the narrator discovers, is one of the unspoken rules of the game. This pharmacists elixir will go right to your nerve endings and make you believe that what mattered was to be out there in the nocturnal wind, with the others, with these particular people, for a while, and then to see what would happen next. --back issues of Cosmo. By: Mark Levine
ON A DARK NIGHT I LEFT MY SILENT HOUSE By Peter Handke; Farrar, Straus & Giroux: 186 pp., "When I inadvertently fell into such storytelling," explains Peter Handke's pharmacist, "[t]he things inside me and outside of me interpenetrated each other, became whole from one another. Storytelling and the steppe became one." Watching a writer searching on the page, after a lifetime of writing about the most convoluted subjects on God's green Earth--politics, culture, history, love, the tests of friendship--is like watching an adult learn to crawl. In his last few books, Handke has written like a supplicant who wants to be folded back into God's green Earth. In this novel, he takes the psyche of a quiet man, a pharmacist with a fascination for mushrooms, edible, poisonous and hallucinogenic, and flings this psyche against the great wide world. It shatters into little pieces: a son he threw out of the house; an estranged wife with whom he shares a roof and nothing more; a flickering identity shadowed by dreams. Handke shares some of Updike's bleak feelings on the gender wars: "These days men and women are furious at each other," a poet tells the pharmacist. "And if love enters the picture, all it does is unleash war." As in all of Handke's writing, guilt is a main character. The pharmacist should not have thrown out his boy. Odd that a psyche's skeleton would be composed of bones like guilt and regret. Odd that storytelling might prove to be a writer's strongest link to reality. There is a moment in this novel when, sure enough, if you do not try to understand every little thing, storytelling and the steppe become one.
DIE ZEIT vom 25.04.1997 Seite 47 Nr. 18 FEUILLETON Der Ritter der Ploetzlichkeit Eine Maerchenstunde in Santa Fe: Peter Handkes Roman In einer dunklen Nacht ging ich aus meinem stillen Haus Es war einmal ein Mann. Der Mann hatte einen Freund. Der Freund sagt, Mann, erzaehl mir eine Geschichte! Da fing der Mann an: Es war einmal ein Mann. Der hatte einen Freund. Der Freund sagt, ,Mann, erzaehl mir eine Geschichte!`. Da fing der Mann an: . . . Soeben lasen Sie, wenngleich in ruede verkuerzter Fassung, den neuen Roman von Peter Handke. Oder sagen wir besser gleich: den neuen Abschnitt aus der unendlichen Geschichte ueber eine Geschichte, an der der Dichter seit nunmehr zwei Jahrzehnten schreibt. Kein Gesamtkunstwerk, eher ein Fahndungsbericht in Fortsetzungen, ein Gesamtsuchwerk: Langsame Heimkehr, Die Lehre der Sainte-Victoire, Der Chinese des Schmerzes, Die Wiederholung, Die Abwesenheit, die Versuche ueber die Muedigkeit, die Jukebox, den geglueckten Tag, zuletzt Mein Jahr in der Niemandsbucht - alles Stationen auf dem Kreuzweg zum absoluten Buch, Seitenfluegel, Haupt- und Nebenschiff der kuenftigen Kathedrale einer erloesten Literatur. Nichts als Vorstudien, ein einziges Prolegomenon, das am Ende wohl das Hauptwerk abgibt. Zwar voller winzkleiner Kostbarkeiten - Regentropfen im Wegstaub, Mistelbalken in den Baumkronen, Rest-Pommes-frites in Pappbechern, sirrenden Kuehltruhen im Supermarkt, wie sie keiner ausser Peter Handke in deutscher Zunge besingen kann -, und doch poetologisch hoch- und immer wieder nach- und zugeruestet, schwer beladen mit den Lehrsaetzen und Rezepten einer AEsthetik der Versoehnung zwischen Wort und Welt. Letztlich eine lange Antwort auf eine kurze Frage: Wie erzaehlt man eine Geschichte? Zum Beispiel so: Es war einmal ein Mann. Der hat eine Apotheke. In der Apotheke traegt er seine weisse Apothekertracht, auf der Strasse jedoch Hut, Anzug und Stecktuch. Das Haus des Apothekers liegt an der Saalach in OEsterreich. Am Morgen, nachdem der Apotheker in der Saalach geschwommen ist, stecken kleine Flusskiesel in seiner Ohrmuschel, knirschen und klirren. Den Sohn hat der Apotheker verstossen, die Tochter ist in den Ferien, von der Frau lebt er getrennt, wenngleich unter einem Dach. Die Vorfahren des Apothekers stammen aus der Hohen Tatra, die Apotheke hingegen liegt in Taxham bei Salzburg. In seiner Freizeit sammelt der Apotheker Pilze, werktags ruehrt er im Hinterzimmer der Apotheke in den Toepfen und Tiegeln. Im Sommer liest der Apotheker ein mittelalterliches Ritter- und Zauberepos, abends speist er in einem Kellerlokal, halb unter der Erde, nahe beim Flughafen. Der Apotheker, sagen die Leute, sei der einzige Mann zwischen dem Untersberg und der Enge von Penedes, der so wirke, als habe er eine Geschichte zu erzaehlen. Der neue Handke-Roman hebt an, als seis ein nachgeholter Roman ueber den literarischen Vorfahren und Landarzt Charles Bovary, den wahren Helden der geistigen Provinz und der Einfalt des Herzens. Der Mann aus Taxham hat nicht nur einen Allerweltsberuf und unauffaellige Manieren, er faehrt eine bestimmte Automarke, bevorzugt eine seltene Kaffeesorte und beschaeftigt sogar zwei Angestellte. Nie und nimmer wuerde man aus seinem Apothekermund die Schwellprosa des spaeten Handke vernehmen, nichts von den Fundamenten der Leere, dem Untergang des allerersten Reichs, kein Wort vom ausgestorbenen Koenigtum, der nie gekannten Ordnung fuer die dumme zerfahrene Jetztzeit, der Wiederkunft einer Sprache wie die vor dem Bau des Turms von Babel. Der Apotheker ist, obgleich er mit Andreas Loser, dem Helden des 1983 erschienenen Romans Der Chinese des Schmerzes, mehr als nur das einsame Leben im Salzburgischen teilt, kein Schwellenkundler und Vergil-Exeget, niemand, der den Hohlraum eines aus der Welt verschwundenen Zusammenhangs wortstark und gebildet abtastet. Er ist, anders als die lebenden Allegorien des juengsten Dramas Zuruestungen fuer die Unsterblichkeit, kein serviler Sprechautomat einer altersaengstlichen aesthetischen Ordnungssehnsucht. Der Apotheker aus Taxham ist eine durch und durch - Handke wuerde sagen: erfrischende Figur. Als ein zeitgenoessischer Gesellschaftsroman - durchflutet vom staendig mitklingenden Epos des unbestimmten Strassen- und Fahrvolks - wurde die Apothekergeschichte bereits im 1994 erschienenen Roman Mein Jahr in der Niemandsbucht annonciert. Der Apotheker von Erdberg sollte das Werk im Werk damals noch heissen und war ein aufgegebenes Romanprojekt des Niemandsbuchtbewohners, das schliesslich von Georges Simenon weitergetippt wurde - wiewohl der wirkliche Apotheker von Erdberg dem Autor in die Niemandsbucht noch Jahr fuer Jahr aus der Ferne Material schickt und andeutet, er haette unter vier Augen viel fuer das Buch zu erzaehlen. Eine wahre Geschichte also, erzaehlt von einem wirklichen Apotheker, so will es
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